Tras la integración de las cocinas en las salas, la comida es parte de un show más completo y experiencial
En los últimos tiempos se ha puesto de moda integrar las cocinas en las salas, eliminar fronteras, borrar la imagen de “voyeur” del cocinero que miraba detrás de un pequeño cristal las reacciones de sus comensales tras llevarse sus creaciones a la boca. Ahora todo vale, los cocineros sirven la comida robando protagonismo a los jefes de sala y camareros, los comensales graban y observan los emplatados atónitos y entregados, adorando al Dios Chef, y la comida es parte de un show más completo y experiencial.
Al final, como siempre, todo se resume en los que lo hacen bien y los que lo hacen mal. El show bien entendido, con un mínimo intrusismo en la mesa del comensal y con sentido común es bienvenido. Las explicaciones de platos que superan el minuto, las constantes repreguntas a cada bocado si es de nuestro agrado, el humo excesivo y en muchos casos gratuito en los platos y la parafernalia innecesaria es maldecida.
Lo importante es comer bien. Si además nos muestran la bodega, tenemos la oportunidad de aprender y conversar con los cocineros y de disfrutar pues el objetivo estará cumplido. Aquí tenéis restaurantes con la cocina integrada totalmente en el comedor, en los que creaciones sabrosas van acompañadas de una experiencia única y diferente, aquí tenéis la experiencia total:
- Cañabota (Sevilla): pocos se aventuraron a pronosticar el éxito de este espacio a medio camino entre pescadería, bar y restaurante. Pero fulminó a los agoreros de la negatividad. Como imaginarás, disfrutarás de productos del mar de primera calidad tratados con mimo. Podrás contemplarlos desde muy cerquita.
- Casa Marcelo (Santiago): fue uno de los primeros restaurantes de alta cocina que decidió dar un volantazo y romper las reglas establecidas. Plantó la cocina en medio del comedor y presentó platos más callejeros, viajeros y canallas. Sin duda, un pionero que sigue conservando su estrella.
- Eclectic (A Coruña): ni un camarero verás en todo el tiempo que pases en este comedor amante de la sostenibilidad, de los pequeños productores, de dar visibilidad al sector primario, en el que además de experiencia hay seso, hay cabeza, hay pensamiento y planteamiento.
- Kiro Sushi (Logroño): podríamos titularlo “el lugar”, el sitio para descubrir Japón y vivir una experiencia totalmente personalizada. De hecho acaba de cambiar de ubicación, pasando a la calle Pardo Bazán y reduciendo a tan solo seis las comensales que sirve en cada servicio. Félix elabora sus nigiris de uno en uno, al instante.
- Marcos (Gijón): con tan solo unos meses de vida, ya se ha convertido en un imprescindible para los amantes de la gastronomía. Marcos Granda, propietario también de Skina en Marbella o Clos en Madrid entre otros, sabe cómo generar experiencias y utilizar las técnicas culinarias para satisfacer al comensal.
- NM (Oviedo): son las iniciales de su ideólogo, Nacho Manzano, que ha creado este año un nuevo espacio para dieciséis comensales que flotarán en un espacio blanco impoluto que te hará pensar que estás en el cielo. Cocina de muchos quilates con buena interacción con camareros y cocineros.
- Noor (Córdoba): Paco Morales tiene ahora el restaurante que siempre había soñado, integrado en la sala, desde donde se observa este viaje ancestral por la cocina de hace mil años. Sin duda un lugar diferente, que desde hace un año ya incluye ingredientes americanos porque su viaje al pasado tenía demasiadas limitaciones. Gastronomía histórica única.
- Smoked Room (Madrid): sorprendió a todos con su sorprendente entrada en el olimpo Michelin con nada más y nada menos que dos estrellas de golpe y porrazo. Pero lo cierto es que es una experiencia única. La brasa elevada a la máxima potencia, en un espacio en el que seis comensales miran frontalmente a la cocina.