Nos empeñamos en comer tomates en enero y nos ofendemos porque no saben a nada, pero no somos conscientes de que el milagro es que exista este fruto veraniego en esta época tan fría. Solo la tecnología y unas cámaras al límite de la congelación han permitido tal atrocidad. No hay nada como disfrutar de la temporada de cada producto, como venerarlo y respetarlo a partes iguales durante las semanas de su plenitud, y cuando se acabe, se acabó.
Enero y febrero son meses fantásticos para decenas de alimentos de la huerta, como por ejemplo alcachofas, borrajas, escarolas, endivias, espinacas, cardos o grelos, que cada vez escasean más. Un lugar que respeta y homenajea cada día lo verde sería el restaurante El Invernadero, en Madrid, todo un paraíso natural en el plato.
Pero si hay un producto del huerto que me cautiva y cuya temporada es muy corta esos son los calçots, típicos de Cataluña y que acompañados de una salsa romesco se convierten en un auténtico vicio. Apunten que la provincia de Tarragona es donde mejor los preparan y, aunque hay muchas opciones, de los que están abiertos me quedo con la Masía del Pla.
El frío permite degustar los mejores erizos de mar de todo el año, que nos hacen disfrutar de su sabor yodado y dulce, de la textura aterciopelada de sus huevas, y de un sabor que amarás u odiarás, pero no te dejará indiferente. El primer trimestre del año también nos provee de mariscos imponentes como la langosta, la cigala o unas magníficas ostras. En Asturias, sin duda, para un festín de este tipo Real Balneario de Salinas o La Huertona en Ribadesella, y en Galicia D ́Berto en O Grove.
También es temporada de angula, de hecho se acerca su mejor momento, con lo que solo nos puede disuadir su precio. Y si eres de los que te gusta comer de todo, no te pierdas una lamprea a la bordelesa, en su propia sangre. En Galicia hay devotos de la lamprea del Ulla y los que prefieren la del Miño, así que escogeremos un restaurante de cada zona, Casa Ramallo en A Coruña y Casa Pazos en Arbo (Pontevedra), que además de la forma tradicional la prepara también con fideos.
También es temporada de trufa, porque aunque muchas personas piensan que es otoño su época preferente son estos dos primeros meses del año cuando muestran todo su esplendor. Restaurantes como La Lobita en el pueblo de Navaleno (Soria) rinden tributo a este globoso y deforme hongo.
Y de postre, fruta, que hay que recuperar la forma que teníamos antes de las Navidades. Nada como una mandarina clemenvilla o una granada.
Así que no nos empeñemos en comer de todo durante todo el año, porque salvo los plátanos y algún otro producto muy concreto, es imposible que nos presenten su mejor versión y sin altibajos de forma continuada. Además, consumiendo alimentos de temporada lo más probable es que estemos ayudando a pequeños productores que seguro nos lo agradecerán.
